Ejes de trabajo

FEMINISMO RURAL
ALIMENTACIÓN Y SOBERANÍA ALIMENTARIA
DERECHOS HUMANOS Y DERECHOS DE LAS MUJERES
DEFENSA DEL TERRITORIO

Feminismo rural

EJE TRANSVERSAL

A lo largo de más de treinta años las mujeres integrantes de la (RedPAR), promotoras, asesoras e investigadoras comprometidas con mujeres campesinas, indígenas y mestizas, hemos revisado nuestra práctica, pensar y sentir sobre el trabajo que realizamos y la compleja realidad en que viven las mujeres. A partir de este trabajo hemos aportado a la construcción del feminismo rural con perspectiva de género, etnia y clase; con el anhelo de contribuir a la creación de teorías y prácticas transformadoras.

El feminismo rural es un posicionamiento construido con el corazón, con la mente y el cuerpo. Parte del reconocimiento de que las campesinas e indígenas, al igual que las que las acompañamos en sus procesos, somos sujetas epistémicas y agentes de transformación social, es decir, hacemos conocimiento en lo cotidiano, con nuestras prácticas, análisis y reflexiones, aportando saberes a la teoría y práctica feminista. Nace y se alimenta del compromiso y acompañamiento a los procesos de lucha y resistencia de las mujeres del campo. Se ha gestado desde la práctica, para luego alimentarse de la teoría, generar conocimientos y volver a la práctica, con el objetivo de transformar la realidad, proceso obtenido de la educación popular, así como del principio de que todo aprendizaje y conocimiento debe servir para la construcción de una vida mejor, más justa y equitativa.

El proceso de construcción de conocimiento se ha alimentado de los debates y aportes de los movimientos sociales y del movimiento feminista más amplio, pero sobre todo se han retomado y reflexionado los aportes del feminismo popular, el feminismo indígena y el feminismo comunitario, propuestas que nacieron del reconocimiento de que las mujeres no somos iguales entre nosotras y que la experiencia y vida están también atravesadas por la etnia y la clase, haciendo una crítica no sólo a las diferencias, sino también a las relaciones que se han construido entre las mismas mujeres feministas.

Nuestro feminismo rural también se enriquece a través de los análisis de coyuntura que sistemáticamente hemos llevado a cabo en los encuentros de la red, además de las investigaciones colectivas que realizamos. Esto nos ha permitido entender que lo que pasa a nivel local tiene que ver con lo que sucede y se decide en ámbitos más amplios, como los nacionales e internacionales; y de igual manera, lo que se hace a nivel local puede llegar a tener impacto en otros niveles, sobre todo si se logra la articulación de las luchas.

1. De lo personal a lo político y las posturas feministas

A partir del caminar con las mujeres campesinas e indígenas, nos manifestamos en contra de las violencias que las aquejan, tanto en el ámbito doméstico como en los otros espacios de la vida comunitaria, e impulsamos procesos para desnaturalizarla.

De los espacios de mujeres, retomamos el principio de ir de lo personal hacia lo colectivo en un proceso de ida y vuelta, recuperando el valor de las emociones y los sentimientos tanto para el análisis crítico de la realidad, como elementos detonadores y motivadores de acciones para la transformación.

Desde la economía feminista, abordamos la importancia del trabajo que se hace para el cuidado de las personas y de la vida, pero cuestionamos que las mujeres sean las principales responsables del mismo.

2. De la vida campesina a los temas que nos ocupan

Creemos que el modelo económico capitalista neoliberal pone en riesgo no solo la producción campesina de alimentos, sino la existencia misma de los y las campesinas a quienes explota y excluye tratándolos como “atrasados, retrógrados, e inadaptados.

Es especialmente grave el embate de los sistemas agroalimentarios hegemónicos sobre la producción campesina, ya que no sólo afecta la economía sino también la alimentación de las familias. Para las mujeres rurales esta es una de sus principales preocupaciones, por lo cual desde nuestra práctica nos sumamos al ejercicio del derecho a decidir sobre lo que se cultiva y come, reconociendo a las parcelas y traspatios de las familias como los pilares de la buena alimentación y la soberanía alimentaria. En este sentido trabajamos fuertemente por el reconocimiento de las mujeres campesinas e indígenas como guardianas de las semillas, de la agrobiodiversidad y de los bienes naturales, así como herederas de una cultura alimentaria ancestral.

3. De la etnia a la interculturalidad

Para el feminismo rural es importante la valoración de las identidades diversas pues reconocemos lo que pueden aportar y enriquecer, también la relevancia del diálogo como base para la construcción colectiva y la recuperación de la riqueza de nuestras raíces, valorando lo que aportan a nuestra realidad.

Es por esto que hemos hablado de la perspectiva de etnia en el trabajo comunitario, pero entendiéndola como algo mucho más amplio que el idioma, e incluye la cultura, la historia y las prácticas de la vida cotidiana de un mundo específico, de un pueblo originario o indígena. Modos de vida campesinos e indígenas que también son diversos. En este caminar hemos aprendido que las culturas están vivas y pueden transformarse, siempre y cuando sea por las personas que las integran, quienes mediante procesos conscientes, puedan de manera libre  e informada decidir qué les conviene mantener y qué deben cambiar.

4. De nuestra práctica educativa a la organización de mujeres

La práctica educativa es una de las formas más comunes para nosotras de vivir el feminismo rural. A lo largo de los años hemos ido incorporando a la educación popular, aportes de la educación intercultural y de las diferentes corrientes feministas que hemos estudiado y reflexionado. Consideramos que la educación popular feminista aporta mucho a los procesos de las mujeres rurales pues no sólo propicia que se construyan y apropien de herramientas para el quehacer de sus organizaciones, también incluye procesos de reflexión conjunta de las subjetividades, diálogos intersubjetivos en los que se analizan las relaciones de poder que se viven en las diferentes comunidades partiendo de la propia experiencia. En estos procesos aprendemos tanto las facilitadoras como las campesinas pues de ellas también hemos aprendido y retomado tanto sus saberes, aprendiendo unas de las otras.

Feminismo rural

EJE TRANSVERSAL

A lo largo de más de treinta años las mujeres integrantes de la (RedPAR), promotoras, asesoras e investigadoras comprometidas con mujeres campesinas, indígenas y mestizas, hemos revisado nuestra práctica, pensar y sentir sobre el trabajo que realizamos y la compleja realidad en que viven las mujeres. A partir de este trabajo hemos aportado a la construcción del feminismo rural con perspectiva de género, etnia y clase; con el anhelo de contribuir a la creación de teorías y prácticas transformadoras.

El feminismo rural es un posicionamiento construido con el corazón, con la mente y el cuerpo. Parte del reconocimiento de que las campesinas e indígenas, al igual que las que las acompañamos en sus procesos, somos sujetas epistémicas y agentes de transformación social, es decir, hacemos conocimiento en lo cotidiano, con nuestras prácticas, análisis y reflexiones, aportando saberes a la teoría y práctica feminista. Nace y se alimenta del compromiso y acompañamiento a los procesos de lucha y resistencia de las mujeres del campo. Se ha gestado desde la práctica, para luego alimentarse de la teoría, generar conocimientos y volver a la práctica, con el objetivo de transformar la realidad, proceso obtenido de la educación popular, así como del principio de que todo aprendizaje y conocimiento debe servir para la construcción de una vida mejor, más justa y equitativa.

El proceso de construcción de conocimiento se ha alimentado de los debates y aportes de los movimientos sociales y del movimiento feminista más amplio, pero sobre todo se han retomado y reflexionado los aportes del feminismo popular, el feminismo indígena y el feminismo comunitario, propuestas que nacieron del reconocimiento de que las mujeres no somos iguales entre nosotras y que la experiencia y vida están también atravesadas por la etnia y la clase, haciendo una crítica no sólo a las diferencias, sino también a las relaciones que se han construido entre las mismas mujeres feministas.

Nuestro feminismo rural también se enriquece a través de los análisis de coyuntura que sistemáticamente hemos llevado a cabo en los encuentros de la red, además de las investigaciones colectivas que realizamos. Esto nos ha permitido entender que lo que pasa a nivel local tiene que ver con lo que sucede y se decide en ámbitos más amplios, como los nacionales e internacionales; y de igual manera, lo que se hace a nivel local puede llegar a tener impacto en otros niveles, sobre todo si se logra la articulación de las luchas.

1. De lo personal a lo político y las posturas feministas

A partir del caminar con las mujeres campesinas e indígenas, nos manifestamos en contra de las violencias que las aquejan, tanto en el ámbito doméstico como en los otros espacios de la vida comunitaria, e impulsamos procesos para desnaturalizarla.

De los espacios de mujeres, retomamos el principio de ir de lo personal hacia lo colectivo en un proceso de ida y vuelta, recuperando el valor de las emociones y los sentimientos tanto para el análisis crítico de la realidad, como elementos detonadores y motivadores de acciones para la transformación.

Desde la economía feminista, abordamos la importancia del trabajo que se hace para el cuidado de las personas y de la vida, pero cuestionamos que las mujeres sean las principales responsables del mismo.

2. De la vida campesina a los temas que nos ocupan

Creemos que el modelo económico capitalista neoliberal pone en riesgo no solo la producción campesina de alimentos, sino la existencia misma de los y las campesinas a quienes explota y excluye tratándolos como “atrasados, retrógrados, e inadaptados.

Es especialmente grave el embate de los sistemas agroalimentarios hegemónicos sobre la producción campesina, ya que no sólo afecta la economía sino también la alimentación de las familias. Para las mujeres rurales esta es una de sus principales preocupaciones, por lo cual desde nuestra práctica nos sumamos al ejercicio del derecho a decidir sobre lo que se cultiva y come, reconociendo a las parcelas y traspatios de las familias como los pilares de la buena alimentación y la soberanía alimentaria. En este sentido trabajamos fuertemente por el reconocimiento de las mujeres campesinas e indígenas como guardianas de las semillas, de la agrobiodiversidad y de los bienes naturales, así como herederas de una cultura alimentaria ancestral.

3. De la etnia a la interculturalidad

Para el feminismo rural es importante la valoración de las identidades diversas pues reconocemos lo que pueden aportar y enriquecer, también la relevancia del diálogo como base para la construcción colectiva y la recuperación de la riqueza de nuestras raíces, valorando lo que aportan a nuestra realidad.

Es por esto que hemos hablado de la perspectiva de etnia en el trabajo comunitario, pero entendiéndola como algo mucho más amplio que el idioma, e incluye la cultura, la historia y las prácticas de la vida cotidiana de un mundo específico, de un pueblo originario o indígena. Modos de vida campesinos e indígenas que también son diversos. En este caminar hemos aprendido que las culturas están vivas y pueden transformarse, siempre y cuando sea por las personas que las integran, quienes mediante procesos conscientes, puedan de manera libre  e informada decidir qué les conviene mantener y qué deben cambiar.

4. De nuestra práctica educativa a la organización de mujeres

La práctica educativa es una de las formas más comunes para nosotras de vivir el feminismo rural. A lo largo de los años hemos ido incorporando a la educación popular, aportes de la educación intercultural y de las diferentes corrientes feministas que hemos estudiado y reflexionado. Consideramos que la educación popular feminista aporta mucho a los procesos de las mujeres rurales pues no sólo propicia que se construyan y apropien de herramientas para el quehacer de sus organizaciones, también incluye procesos de reflexión conjunta de las subjetividades, diálogos intersubjetivos en los que se analizan las relaciones de poder que se viven en las diferentes comunidades partiendo de la propia experiencia. En estos procesos aprendemos tanto las facilitadoras como las campesinas pues de ellas también hemos aprendido y retomado tanto sus saberes, aprendiendo unas de las otras.

Alimentación y soberanía alimentaria

EJE TRANSVERSAL

Este eje tiene como objetivo general contribuir desde el feminismo rural a la construcción colectiva de la soberanía alimentaria, destacando el liderazgo y las resistencias de las mujeres rurales a favor de la vida.

A lo largo de nuestra historia nos hemos dado cuenta que la cuestión alimentaria es un eje articulador del trabajo que realizamos y un elemento central en la vida de las mujeres rurales. A ellas les corresponde planificar y preparar los alimentos adecuados para la familia considerando las necesidades, los gustos y las posibilidades; producir parte de sus alimentos en el traspatio, en la milpa o recolectarlos de los ecosistemas utilizando sus conocimientos; procesar y comercializar alimentos para obtener ingresos adicionales; resguardar semillas, saberes agrícolas y conocimientos culinarios; hacer las compras de los alimentos en las tiendas o los mercados tomando muchas consideraciones económicas, sociales y ambientales. Debido a ellos, podemos decir que en la alimentación convergen temas como su trabajo productivo, su salud y la de su familia, los programas de ahorro y crédito en que participan, el acceso a recursos naturales y sus cuidados al medio ambiente, la lucha por la tierra y por sus derechos en sentido amplio. Además, este es un tema que también nos interpela a las socias de la RedPAR como mujeres que radicamos en espacios más urbanos donde también demandamos alimentos y nos sumamos a algunas de las actividades que ellas realizan.

Entre los problemas que afectan a las mujeres rurales en relación a la alimentación tenemos:
  • La invisibilización de las mujeres rurales como productoras de alimentos que se dirigen al consumo familiar y se desarrollan principalmente en sus traspatios, pero también en parcelas, cafetales, apiarios, y otros sistemas productivos y naturales,
  • El no reconocimiento de su relevancia para la conservación de la agrobiodiversidad local y de los saberes culinarios,
  • El nulo valor que se da a su trabajo para proveer la alimentación familiar, mayor en etapas de crisis, al ser ellas las responsables de poner un plato en la mesa.
  • Los fuertes embates de la industria alimentaria que han reducido la calidad de la alimentación, y recarga en ellas el trabajo de procurar una alimentación saludable para la familia.
  • El impacto del alza de precios de los alimentos en la economía familiar que las coloca en dificultad para ofrecer alimentos adecuados y suficientes.
  • Los problemas de salud familiar derivados de la mala alimentación, que significa para ellas mayor responsabilidad como cuidadoras de personas enfermas.
  • En difícil o nulo acceso a programas de apoyo a la producción alimenticia adaptadas al contexto local y a su condición de género.
  • El impacto negativo que ha tenido en sus vidas la implementación de programas de transferencia social dirigidas al consumo, generando una sobrecarga de trabajo en las mujeres sin resolver de ninguna manera desigualdades de género.

 

Las líneas de acción que desde el eje hemos definido para trabajar incluyen

a) Generar espacios de análisis e intercambio al interior de la RedPAR sobre alimentación y soberanía alimentaria, y sobre metodologías para trabajar este tema de una manera vivencial y autorreflexiva; 

b) Generar espacios de reflexión con las mujeres rurales para el ejercicio de ciudadanía hacia la soberanía alimentaria, fortaleciendo procesos regionales.

Desde éstas líneas de trabajo, las compañeras de este eje hemos participado en distintas actividades y acciones realizadas desde la Red, así como desde las regiones y organizaciones que acompañamos.

 

Defensa del Territorio

EJE TRANSVERSAL

Este eje tiene el objetivo junto con las mujeres rurales, de visibilizar los efectos del despojo y el extractivismo; poner sobre la mesa las demandas, necesidades y alternativas que surgen en los procesos donde participan las defensoras territoriales; establecer alianzas entre distintos movimientos de defensa territorial para frenar el despojo extractivista y luchar simultáneamente contra las desigualdades que padecen las mujeres rurales que defienden sus territorios.

Desde 2017, cuando definimos los ejes interior de la RedPAR, reconocíamos que en nuestro país y en América Latina, los movimientos de defensa territorial y de bienes naturales se han intensificado en el Siglo XXI, y que varias de nosotras estábamos vinculadas a estos procesos. Por ello se decidió que era fundamental construir un eje de trabajo en torno a esta temática para compartir nuestras experiencias, preocupaciones y proyectos; profundizar en la reflexión y acción en torno la defensa del territorio; comprender y articular las escalas y ámbitos de la defensa: cuerpo-territorio, tierra-territorio; y “aterrizar” el feminismo rural en relación a los procesos, problemas y proyectos territoriales.

Las líneas que consideramos para la defensa territorial son:

a) En primer lugar, el cuerpo

b) Enseguida el hogar, el traspatio, la parcela, los derechos agrarios, la compartición de tareas reproductivas y de cuidado

c) Finalmente, la participación en la toma de decisiones en todas las escalas cuerpo-territorio y tierra-territorio.

Derechos Humanos y Derechos de las Mujeres

EJE TRANSVERSAL

Este eje trabaja en pro de los derechos humanos de las mujeres campesinas e indígenas que hacen parte de nuestrasorganizaciones y sus proyectos, a partir de cuatro áreas estratégicas:

a) Educación/Difusión

A partir de nuestro entendimiento común del Feminismo Rural recuperamos la situación en la que se encuentran los derechos de las mujeres, cómo hacerlos valer y sus propuestas en el tema. Además visibilizamos y valoramos los liderazgos femeninos en el ejercicio de los DDHH de mujeres campesinas e indígenas que fortalecen la conciencia de su ciudadanía, también  rescatamos nuestro papel como defensoras de DDHH y la diversidad de nuestros procesos y acciones.

b) Seguridad y Autocuidadou título va aquí

Desarrollamos planes de seguridad y autocuidado para generar protocolos permanentes, ante amenazas y ataques a nuestras organizaciones.

c) Alianzas e Incidencia

Consolidamos los vínculos con redes y organizaciones aliadas. Además de establecer una ruta de incidencia política a nivel local y nacional en relación con los derechos humanos de mujeres indígenas y campesinas, en especial la atención a la violencia contra mujeres indígenas y campesinas defensoras.

d) Violencias contra mujeres indígenas y campesinas

Elaboramos y actualizamos un diagnóstico de las principales violencias vividas por parte de mujeres indígenas y campesinas en nuestras regiones, así como diagnósticos sobre la problemática en acceso a la justicia. Realizamos un análisis de casos que, por su gravedad, ameriten acciones a tomar por parte del Eje y RedPAR.